domingo, 11 de marzo de 2012

Se acabó, sí, se terminó… CRECÍ.

Se acabó, sí, se terminó…

No se cuándo, ni cómo, pero esta etapa terminó… bueno, sí lo sé, lo sé todo, lo recuerdo, lo viví, lo disfruté y lo sufrí. No puedo decir que “parece que fue ayer”, porque no lo es, no lo parece y, mucho menos, así lo siento.

Pasaron 5 años, todos y cada uno de ellos, los recuerdo claramente; siempre supe que los estaba viviendo y que estaban pasando pero no estaba tan consiente de que este momento, eventualmente, llegaría. 

En realidad lo que motiva este desahogo a blanco y negro no es que no sepa en qué momento se terminó, lo que lo motiva es que ya me llego el momento de vivir la etapa desde la cual tanto tiempo los grandes, con unanimidad, me decían: “vas a extrañar todo lo que has vivido. Habrán sido los mejores años de tu vida”, y lo que pasa, es que siempre me ha parecido que lo dicen con un tono de tristeza y no se cuantos tonos más de añoranza. 

Lo que motiva este post es que yo no quiero ser parte de esa unanimidad, eso, me da miedo.

Muchos piensan y me dicen: “Cálmate, no es la gran cosa. Sólo es un trabajo. Yo trabajo desde el 2do año de la carrera”, pero resulta que para mí no es sólo tener que conseguir un trabajo y ya, para mí es el término de una etapa IMPORTANTISIMA en mi vida, una etapa que decidí disfrutar al máximo y por completo, una etapa donde me conocí, me encontré a mí misma, donde gané experiencias, aprendizajes de vida, maestros, amigos, madurez, fortalezas y tantas cosas más que de seguro ni nombre tienen. Es el término de una etapa en la que grité, lloré, reí, me caí, me levante y seguí, en la que no me adelante en nada y en la que cuando quise hacerlo, el Universo, para permitirme vivir su final, me puso un freno, me paró en seco, me dio otra oportunidad y me enseñó que las cosas son, literalmente, “con calma, pero sin prisa” y que “del apuro, sólo queda el cansancio”. Esto último ha hecho de esta etapa mucho más de lo que ya venía siendo y se convirtió en EL MEJOR SUCESO de ella.

En conclusión, tengo miedo al cambio, a que ya no hayan tantas cosas por hacer, a la inactividad mental, a no ver a mi gente todos los días, a la ausencia de una búsqueda constante (interna y externa), a la rutina, a ser grande, a tener carro, a no volver a gritar “MIERDA”, a no tener tiempo para estudiar cosas nuevas, y por último y más importante, tengo miedo a verme ahí, en círculo, con un nombre que decir y una vela en mano que apagar.

Es miedo a dejar de estar.

Es miedo a que sea cierto.

Es miedo al “CRECÍ”.