lunes, 29 de noviembre de 2010

La Realidad Vs Ficción llamada Venezuela

En el país en el que vivimos saber qué está bien, qué está mal, qué es realidad y que debería no serlo, puede ser muy difícil de diferenciar o un ejercicio muy fácil y evidente.

Para aquellos que estudiamos EL DERECHO, no sólo las leyes, el golpe que nos damos al salir del aula de clases y encontrarnos con el día a día, puede equipararse con los miles que recibirías si un camión te atropella. Sí, un sólo golpe comparado con todos aquellos que te puedes dar en un caso como ese. El punto es, que saber que mas de la mitad de lo que estas estudiando no se aplica, sino, que se desaplica, ignora o desobedece es un sentimiento de dolor inexplicable, que OJO, cada quien descubre como manejarlo. Por mi parte, siempre he pensado que  ese sentimiento se aprende a sobrellevar a la altura del segundo año de la carrera (al menos yo lo aprendí para esa época), pero fijense, resulta que no,  resulta que es una mentira, un simple y mero engaño, porque NUNCA lo aprendes a sobrellevar, simplemente se queda, o lo obligas a que se quede (como prefieran) en un estado de latencia, en un rincón bien al fondo donde no le sea fácil salir para que a ti, por ende, no te sea fácil decir (en serio y no por puro impulso) ¡ESTO NO SIRVE PARA NADA. NO VOY A SEGUIR AQUÍ!

El saber que vive en un país donde no impera la ley y el respeto a ésta, sino, el monarca y la adulación a éste, le produce a todo estudioso y conocedor del DERECHO ( y disculpen la generalización) una inmensa impotencia, que puede traducirse tanto en acción como en omisión, cada quién lo decide. Lo que no se puede poner en duda ni dejar a criterio de cada individuo es que la realidad donde vivimos y la ficción que estudiamos, están constantemente en choque y lo nada divertido de eso, es que como estudioso y conocedor del DERECHO (no sólo de las leyes) te vas a encontrar siempre en el medio.

Aquellos conceptos como Derechos Humanos, Libertades Individuales, Supremacía de la Constitución, Imperio de la Ley, Estado de Derecho, Reserva legal, Separación de poderes, Sistema de Pesos y Contra Pesos, etcétera, etcétera, etcétera (inserte aquí todo aquel concepto jurídico que usted considere es violado actualmente), son términos con los que un abogado (entiéndase a éste como un estudioso y conocedor del DERECHO y no sólo de la ley) se compromete desde la primera clase que recibe de Introducción al Derecho hasta el momento de su muerte. El que colegas, superiores o Jefes de Estado no estén comprometidos de la misma manera, implica una cachetada a los 5, sí, 5 años (y no 4 como están haciendo por ahí) de carrera universitaria, sin contar los demás que cada quien decida dedicarle a su crecimiento como profesional mediante especializaciones, Master, PHD, etcétera. El respeto de estos conceptos debe ser colectivo, y no pueden haber medias tintas con respecto a ellos.

Como joven estudiante de DERECHO y no sólo de leyes, toda mi carrera se ha desarrollado en este choque de realidad vs ficción que es Venezuela y en esta eterna disyuntiva de si quedarte o irte. Yo, no estoy en NADA de acuerdo con la fuga de cerebros, ¿por qué?, pues porque hay una colectividad que necesita de profesionales preparados que presten sus servicios a su país y a su gente, pero estoy, por otro lado, DEMASIADO de acuerdo con el crecimiento individual y profesional de todo aquel que lo desee; la pregunta frente a esto es: ¿Qué hacer?, ¿Me quedo y pongo mi grano de arena y todos mis conocimientos para mejorar todo aquello que no me gusta, arriesgando mis derechos y mi vida en una sociedad a la que respeten y que se respete? o ¿Me voy y hago mi vida en una sociedad donde ésto ya sucede y donde se me reconozca por quien soy y por lo que soy, y no, por si estoy o no con el gobierno? Yo, todavía no lo se, ni sabré cuando lo sabré; sólo se que cuando lo sepa, lo sabré.

Yo, sólo se, que no me gusta estar en el debate de una realidad y una ficción impuesta por otros y aceptada cobardemente por otros tantos.
Yo, sólo se, que me encanta mi país, que no hay nada como tu tierra y tu gente y que me da dolor pensar en no seguir haciendo mi vida aquí.
Yo, sólo se, que creo en la multiafiliación (recordando a mi Profesor Juan C. Carreño) y que no quiero que se me condene por ello.
Yo, sólo se, que no tiene por que haber un pensamiento único. ¡JODER! si lo bello del ser humano, es que todos somos diferentes tanto en pensamiento como en apariencia.
Yo, sólo se, que la empresa privada y el estado y su actividad administrativa pueden coexistir en un país donde cada uno se aboque a lo suyo, cooperando pero no atropellando.
En definitiva, yo, sólo se, que no quiero tener ninguna otra realidad vs ficción en mi vida, mas allá de aquella que me presenten las películas.

Yo, sólo se, que Venezuela puede ser un país mejor si TODOS trabajamos por y para ello.

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