miércoles, 17 de agosto de 2011

De las SEÑALES y la REALIDAD


Durante generaciones y generaciones de hombres y mujeres se ha creado el GRAN MITO de las señales, esos pequeños indicios a la hora del “coqueteo” que te muestran si vas o no por buen camino o si esa persona quedó enganchada contigo o no. Las mujeres somos fanáticas de ellas, nos encantan guiarnos y actuar por ellas.

Las señales: Son esas “normas” que, supuestamente, tras un aprendizaje cual tabla de multiplicar y fe como si fueran una religión nos harán sentir seguras y que tenemos a Dios “agarrado por la chiva”, en definitiva nos asegurarán que el chico ya es nuestro. Pero en realidad no es así, resulta que en este juego (el amor) están la excepción y la regla. Puedes ser una más del montón a la que estas señales no le funcionaron ni para que le pidieran su numero o la excepción, ese pequeño grupo de mujeres con historias únicas que en nada tienen relación con las “normas”, que en principio, aplican para todas. Ese grupo de mujeres que desafiando toda lógica popular encontraron a ESA persona a la típica manera romántica Hollywoodense.

Pues fíjense, nosotras SIEMPRE estamos en ese camino entre uno y otro extremo. Todas queremos ser la excepción, que nuestra historia sea distinta, que sea ejemplo y que con ella se den consejos, en fin, que sea única. Pero la mayoría caemos en la regla, porque admitámoslo, este juego tiene tanto del elemento azar como lo tiene una rifa en fiesta infantil. Muchas representantes de nuestro genero van de hombre en hombre esperando encontrar al indicado, otras simplemente esperan, sin muchas emociones o expectativas a que llegue (si es que ha de hacerlo) y otras (no pocas) se cierran, deciden no sentir y por ende mucho menos buscar.

Todo este asunto desemboca en la simple conclusión de que hay tantas historias como vidas en este planeta. No podemos creer que una experiencia ajena guiará ahora la tuya, que un consejo que le sirvió a la amiga de tu amiga te servirá a ti y que lo que queremos lo encontraremos tal cual lo deseamos y sin un solo detalle que nos moleste, porque eso no es así. La realidad es que nada saldrá como lo planees y nada será como lo quieras, porque (creo FIELMENTE en esto) cada quien tiene su destino, su suerte, su libro y el autor de ese libro no eres sólo tú, es todo lo que te rodea, tus decisiones, las acciones de los otras personas que te afectan a ti y un millón más de variables que escapan de tu control.

Dicho todo esto la consecuencia natural es preguntar: ¡¿Qué coño hago entonces?! Pues manten la calma y simplemente deja que fluya, no lo fuerces y mucho más importante: NO te guíes por la experiencia de otro.

Sal, camina tu calle, trota tu zona, corre tu pista, voltea y ve tu acera, siéntate en tu banco favorito del parque, párate, fuma (o no), bebe, baila, ríe, disfruta y sigue, sigue. Pero siempre atenta y pendiente de todo y todos, porque en cualquier momento te puede llegar la oportunidad de escribir junto a tu persona especial el momento clímax del libro. No te lo querrás perder, porque incluso podría resultar mejor de lo que esperabas.

De la forma que sea, como regla o excepción, al final del camino hay una sola y verdadera norma: DEBEMOS CREER, creer que nuestro libro que hasta ahora puede que tenga escrito sólo monólogos, en algún momento tendrá un diálogo, un diálogo sin señales o indicios, donde no necesitaremos nada más porque será justo el que esperábamos y del cual nunca querremos cansarnos.

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